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Pobreza: el azote que crece con la pandemia

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La pandemia ha empobrecido aún más a los colombianos. Dos de cada cinco personas están en situación de pobreza en el país, según el más reciente informe del Dane. Varios deben resignarse a comer solo una vez al día. Estas son sus historias.

UNIDAD DE DATOS EL TIEMPO

*Con apoyo de las redacciones de Barranquilla y Cúcuta

Luz Edna Bolaños conoció el hambre en 2020. De 34 años, casada y con cuatro hijos, ella y su esposo Jorge se quedaron sin trabajo a comienzos del año pasado por causa de la pandemia. Pensar en tres comidas al día era imposible. Logró solventar la situación con un trabajo por horas aseando la casa de unos familiares. Además, desde el inicio de la pandemia, no ha recibido ningún tipo de ayuda estatal. Reunía $ 50.000 para toda la semana. Por lo tanto, la familia tenía solo 200.000 pesos al mes para pagar alimentación, arriendo, servicios e internet para que los niños pudieran estudiar.

(Escuche aquí la historia de Luz Edna)

Con su esposo aún desempleado, los ingresos mensuales del hogar de Edna, esos 200.000 pesos, debían ser distribuidos entre seis personas. Es decir que a cada integrante de la familia le corresponden 33.333 pesos para alimentación, vivienda y otros elementos de primera necesidad. Según las mediciones de pobreza divulgadas recientemente por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), la línea de pobreza extrema de 2020 en Bogotá fue de 178.607 pesos por persona. Por lo tanto, Edna y su familia se ubican en este grupo.

Por su parte, Chirly Castiblanco, de 30 años, no tiene tranquilidad. Depende de la renovación periódica de su contrato como docente de primera infancia. Vive con su hija en Bogotá y gana un salario mínimo mensual: $ 908.526, para pagar vivienda, alimentación, servicios y educación de su pequeña de ocho años. Tampoco recibe ninguna clase de apoyo estatal.

(Escuche acá la historia de Chirly)

Los ingresos mensuales de Chirly deben ser distribuidos entre ella y su hija, por lo que a cada una le corresponden $ 454.264 para suplir sus necesidades básicas. Según los parámetros del Dane, la línea de pobreza fue de $ 455.030 en Bogotá para el 2020. O sea que Chirly y su hija están en situación de pobreza.

Las historias de ambas familias son ejemplo claro de uno de los mayores azotes que ha dejado la pandemia en el país: la pobreza. En el año 2020, un total de 3’551.522 personas, el equivalente a la población de toda Cundinamarca, entraron a la pobreza en todo el país. Y de ellas, el 31 por ciento —es decir, alrededor de una de cada tres— lo puso Bogotá, la ciudad más poblada de Colombia y donde viven Edna y Chirly.

Con un aumento de 6,8 puntos porcentuales, pasando de una incidencia de pobreza nacional del 35,7 por ciento al 42,5 por ciento, la cifra de personas en esta situación llegó a 21’021.564 en el 2020. Un informe que se da a conocer en medio de una crisis social —por cuenta del paro nacional— y sanitaria sin precedentes en nuestro país.

Para el Dane, a nivel nacional, se está en situación de pobreza monetaria cuando, sumando los ingresos, el dinero para los gastos de cada integrante de una familia está por debajo de $ 331.688. Además, se está en condición de pobreza extrema cuando ese monto no llega a los $ 145.004.

Pero esto no es constante en todo el país. Variables como el costo de la canasta familiar básica, las particularidades económicas de cada región y el comportamiento de los costos de vivienda, entre otras, hacen que cada ciudad tenga un nivel de pobreza diferente. En Bogotá, por ejemplo, se está en condición de pobreza monetaria cuando el dinero por cada integrante es inferior a los $ 455.030 y se entra a pobreza extrema cuando la cifra no alcanza los $ 178.607.

Al menos una de cada tres personas en situación de pobreza en el país vive en Bogotá, según los datos del Dane.
Crédito: César Melgarejo

La crítica situación de Barranquilla

En un año, Colombia se empobreció a un ritmo acelerado frente a lo que sucedió en años anteriores. Hoy, según las cifras estatales, hay 21 millones de personas en situación de pobreza. En pocas palabras, dos de cada cinco colombianos son pobres. Y de ellos, el 15,1 por ciento (7,5 millones de compatriotas) está en la pobreza extrema.

La pandemia y los cierres obligados que se han presentado desde marzo de 2020, que todavía hoy sufren los comerciantes y empresarios, les han arrebatado con dureza la calidad de vida a muchos colombianos. No solo se trata de la cantidad de personas consideradas pobres hoy en Colombia, sino de ciudades en las que hoy es imposible pensar en tres comidas al día.

Aunque en las 23 ciudades y áreas metropolitanas analizadas por el Dane aumentó sin excepción la pobreza, hay unas que tienen menor o mayor porcentaje de sus habitantes en esta situación. Manizales, Caldas, presentó la menor incidencia de pobreza monetaria en 2020, con 32,4 por ciento. En contraste, Quibdó, Chocó, es la ciudad con mayor incidencia de pobreza monetaria entre sus habitantes, con 66,1 por ciento. Eso quiere decir que 2 de cada 3 personas se encuentran en esa situación allí.

Las mismas ciudades son las de menor y mayor incidencia de pobreza monetaria extrema, respectivamente. En el caso de Manizales, el 7,9 por ciento de su población se encuentra en esa condición. Por su parte, Quibdó tiene una incidencia de 30,1 por ciento.

Y aunque Barranquilla no figura entre las ciudades con mayor porcentaje de residentes pobres, sí vivió un cambio dramático el año pasado. La capital de Atlántico, según reveló el Dane, fue la que tuvo el mayor crecimiento de porcentaje de personas que quedaron por debajo de la línea de pobreza monetaria en el país. Allí, entre 2019 y 2020, hubo un incremento de 15,6 puntos porcentuales (p. p.) en la incidencia de pobreza.

Eso significa que Barranquilla pasó de tener 25,6 por ciento de su población en la línea de pobreza a tener 41,2 por ciento. En cifras más simples, hoy alrededor de dos de cada cinco barranquilleros son pobres. Y la realidad de estas cifras se puede percibir en las calles.

Saith Enrique Sánchez Sierra, vendedor informal de calzado en el centro de Barranquilla, reconoce que parecen lejanos los tiempos en los que se daba ‘los tres golpes’. “Ha pasado que nos hemos acostado con el estómago vacío. Y no me da pena decirlo: no ha sido una, sino varias las veces que ha pasado”, dice Sánchez, de 39 años y quien convive con su pareja sentimental y dos hijos en el barrio Kennedy, de la localidad metropolitana.

Sánchez, quien tiene su negocio informal de calzado en la carrera 43 entre calles 35 y 36, cuenta que esta situación no la había vivido antes, cuando “no vendía de a millones”, pero sí le alcanzaba “para llevar a la casa”.

Barranquilla Cómo Vamos hace 10 años realiza un monitoreo a la calidad de vida urbana. La última encuesta al respecto la desarrolló entre el 9 y el 25 de febrero pasados. A la pregunta “¿usted o algún miembro de su hogar pasó hambre por falta de recursos?”, el 39 por ciento respondió que sí, y el 61 por ciento, que no. El tamaño de la muestra fue de 1.280 encuestas.

Según dicho estudio, antes de la pandemia, los hogares que tenían la posibilidad de consumir desayuno, almuerzo y cena eran el 87 por ciento (nueve de cada 10).

'Hay días de desesperación. No es fácil salir adelante, con hijos y sola'

Dolly Cifuentes, de 47 años, vive en San Mateo, Soacha. Tiene dos hijos y sobrevive con menos del salario mínimo mensual. Le ha tocado rebuscarse el dinero a diario para alimentar a su familia. En pandemia, su situación económica empeoró luego de quedar desempleada. Su historia es el reflejo de lo que viven millones de colombianos.

Los Santanderes, vulnerables y con alta incidencia de pobreza extrema

El Dane, en la presentación de su informe, explicó que dentro de la pobreza monetaria se incluye el indicador de pobreza monetaria extrema. Es decir: de las más de 21 millones de personas que están en situación de pobreza, 7,5 de ellas están en pobreza extrema.

Así las cosas, Bucaramanga y Cúcuta fueron las dos ciudades que entre el 2019 y 2020 tuvieron el mayor crecimiento de habitantes que entraron a situación de pobreza extrema. La capital de Santander pasó de tener 4,6 por ciento de sus habitantes en esta condición a 16,4 por ciento, lo que representa una diferencia de 11,8 p. p.

Cúcuta tiene cifras similares. La capital de Norte de Santander tuvo un crecimiento de 10,7 p. p en la incidencia de pobreza monetaria extrema. Allí, en 2019, una de cada 10 personas estaba en esa condición (10 por ciento), pero el año pasado llegó a uno de cada cinco (20,7 por ciento). La ciudad, además de la pandemia, ha tenido que afrontar con mayor impacto la crisis migratoria en Venezuela. No sobra recordar que el puente Simón Bolívar es el principal punto de ingreso de los migrantes del vecino país.

El Dane calculó que, para el año pasado, había más de 458.432 personas en condición de pobreza en Cúcuta; de ellas, 177.291 están en pobreza extrema. Allí, el 53,3 por ciento de los residentes es pobre y el 20,7 por ciento está en pobreza extrema. Mario Zambrano, coordinador del programa Cúcuta Cómo Vamos, precisó que la ciudad venía con una tasa alta de pobreza antes de la pandemia, que se debe en gran parte a deficiencias en el mercado laboral, tejido empresarial débil e informalidad.

“En la pandemia, esto se profundiza porque la afectación es directa sobre la actividad económica; entonces, el mercado laboral se convierte en el mecanismo de transmisión tanto de la pobreza como de la desigualdad”, indicó.

La encuesta de percepción ciudadana, realizada en febrero en Cúcuta, señaló que 7 de cada 10 personas manifestaron que alguien de su núcleo familiar perdió el empleo. Además, el 50 por ciento de los encuestados dijeron que sus ingresos no les alcanzan para suplir la canasta básica familiar.

“El tema migratorio genera una presión social bastante fuerte y existe una capacidad limitada de la administración municipal para responder eficazmente a esos retos. Ha faltado una política pública territorial de empleo”, agregó Zambrano.

Los cucuteños consideran que la gestión de las autoridades ante la pandemia y la reactivación económica ha sido insatisfactoria, según el estudio. El inconformismo se ha hecho sentir en las marchas del paro nacional que se han desarrollado de manera pacífica en la ciudad.

Según el Dane, el 42,5% de la población del país se encontraba en 2020 en condición de pobreza y 30,4% en situación de vulnerabilidad.
Crédito: Jaiver Nieto Álvarez

La situación de pobreza del país en el campo y la ciudad

Según el Dane, el 42,5 por ciento de la población del país se encontraba en 2020 en condición de pobreza y hay un 30,4 por ciento en situación de vulnerabilidad. Además, el 25,4 por ciento de la población pertenece a la clase media y solo el 1,7 por ciento está en la clase alta.

Comparando el 2019 con el 2020, el indicador que más cambió fue el de personas pobres, que tuvo un aumento de 6,8 puntos porcentuales (p. p.). Le sigue el cambio del porcentaje de la población perteneciente a la clase media, que disminuyó en 4,7 p. p. Los vulnerables disminuyeron en 1,6 p. p. Finalmente, la clase alta disminuyó en 0,5 p. p.

Ahora bien, si se revisa la situación por ubicación, los datos del Dane permiten concluir que la ruralidad es mayoritariamente vulnerable y pobre. En los centros poblados y rural disperso se evidenció que el 48 por ciento de la población en esta zona se encontraba en condición de vulnerabilidad, y el 42,9 por ciento, en situación de pobreza. Apenas el 8,8 por ciento se ubicó en la clase media, y el 0,3 por ciento, en la clase alta.

Así es la situación de las clases sociales de acuerdo con la ubicación:

Por su parte, la incidencia de la pobreza monetaria extrema en 2020 en las cabeceras fue 14,2 por ciento, mientras que en los centros poblados y rural disperso fue 18,2 por ciento. Esto quiere decir que hay más pobreza monetaria y pobreza extrema entre los habitantes de centros poblados y rural disperso.

De todas maneras, en esa zona rural, la pobreza monetaria presentó una reducción de 4,6 p. p., pasando de 47,5 por ciento en 2019 a 42,9 por ciento en 2020, según el Dane. La pobreza monetaria extrema también habría disminuido en 1,1 p. p., pasando de 19,3 por ciento en 2019 a 18,2 por ciento en 2020.

El 2021 empezó con optimismo. El comienzo del plan de vacunación parecía despejar la posibilidad de afrontar una reactivación económica y social más constante. Sin embargo, dos picos de covid-19 en lo que va del año, sumado a la lentitud en el proceso de inmunización, obligaron a continuar las medidas restrictivas. Algo que para Edna y Chirly es motivo de preocupación.

Chirly quisiera un segundo trabajo, pero por lo pronto es imposible. No tiene quién cuide su hija y, mientras la presencialidad en el colegio sea poco constante, todo se dificulta. “Quisiera, de verdad, otro ingreso porque la economía está dura. Pero es imposible. Tengo que seguir ajustando con lo que tengo ahorita”.

Edna, entre tanto, consiguió trabajo en un restaurante hace poco menos de un mes. Su ingreso es de 30.000 pesos diarios y tiene turnos más constantes a la semana. Jorge aún está sin trabajo, por lo que es ella quien carga con el sustento. Todo sigue escaseando, pero es optimista. Al final, recuerda que en medio de todo “no nos ha faltado la comida; hemos luchado y seguiremos en pie de lucha, llevando esta batalla con todo el ánimo”.

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El camino que tiene el país para reducir
la pobreza

Tres expertos dan luces de lo que puede hacer Colombia para mejorar la situación de 21 millones de personas.

María Camila González O.

Periodista de Portafolio

Con un panorama más desalentador en el 2020, con el que 3,5 millones de personas entraron en condición de pobreza, la pregunta que surge es cuál es el camino que le queda a Colombia para recuperar una década de avances perdidos en material social.

Para responder la incógnita, tres expertos en política social plantean que lo urgente es atender a las personas más afectadas por la crisis con un ingreso mínimo para que tengan lo esencial para subsistir. De forma paralela, será clave que se impulse el plan de reactivación, la vacunación masiva y que se reformule el camino del país en materia social, con los nuevos cambios que trajo la pandemia.

¿Qué caminos tiene Colombia en el corto, mediano y largo plazo para reducir la pobreza?

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Jairo Núñez

Investigador de Fedesarrollo

“La situación de hoy es el reflejo de una sociedad carente de oportunidades, privada de oportunidades efectivas de progreso, todo lo cual se expresa en una estabilidad intergeneracional de la riqueza y la estructura social bastante sólida y limitada para la movilidad social”.

Eso dice Jairo Núñez, investigador de Fedesarrollo y experto en temas de pobreza, quien señala que el país necesita varias reformas estructurales: una tributaria, del gasto social, sus prácticas políticas y un plan para eliminar la corrupción. “Es necesario que el Estado se embarque en un proceso de modernización y desarrollo tanto institucional, como físico, con el fin de incrementar el bienestar para que se reduzcan las desigualdades (económicas, de poder, y las materializadas en la discriminación) y la incidencia de la pobreza”.

Finalmente, añade que los esfuerzos se deben encaminar en formalizar las empresas, que los impuestos sean más justos, fortalecer las redes de protección social y ajustar las reglas de juego del mercado laboral a las dinámicas contemporáneas. “En este orden de ideas el nuevo diseño de la política social debe comenzar con la estructura y las fuentes de su financiación, identificar las personas que necesitan incluirse en cada programa, continuar con la focalización, diseñar la red de protección y sus componentes multidimensionales y, por último, determinar el monto y los beneficiarios de un ingreso básico para quienes requieran la solidaridad a través de unos recursos que desde todo punto de vista son escasos”.

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Roberto Angulo

Socio fundador de la firma Inclusión

Aunque todavía no se sabe con exactitud cuál es la nueva propuesta del Gobierno en materia social con la nueva reforma tributaria, el experto dice que el efecto de esas ayudas no serán mucho mayores a lo que se logró el año pasado, cuando se evitó que 1,7 millones de personas entraran en ese grupo con esos programas. Con esa iniciativa las zonas rurales, más que las ciudades, se vieron más beneficiadas.

Por eso es que, sobre todo para el caso de las ciudades, la solución debe impulsar el empleo y que se reactive la labor de las empresas. “Se necesitan unas políticas que estimulen la productividad en las ciudades. Toca impulsar la formalización y el mercado de trabajo en las ciudades. Y esa es una agenda que es sobre todo urbana”.

En el mediano y largo plazo, por otro lado, Angulo plantea que hay que replantear todo el sistema de protección social. “Ya se vio cómo se deterioró la clase media y aumentó la vulnerabilidad. Todo el mapa de protección social cambió para Colombia y tenemos que pensar cómo incorporar mercados privados en distintos servicios, de tal manera que podamos capitalizar la transformación productiva”.

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Natalia Galvis Arias

Consultora en política social

Uno de los primeros caminos que propone la consultora es que se mantenga el paquete social que se planteaba en la reforma tributaria que retiró el presidente Iván Duque, en el que se continuaba con Ingreso solidario y se complementaba con los otros programas sociales. “La propuesta incorporaba un ajuste que con las cifras entregadas por el Dane se hace cada vez más urgente: modificar los montos de los giros de acuerdo con las líneas de pobreza de cada ciudad y tener en cuenta el número de integrantes en el hogar para poder cubrir su canasta básica de subsistencia”.

En ese sentido, Galvis apunta a que “esta propuesta debería seguir impulsándose porque las cifras que conocimos prueban que las transferencias tuvieron un efecto muy importante en mitigación en la zona rural, pero que no fueron suficientes en la zona urbana”. De hecho, para las ciudades la experta dice que es urgente que se acelere el plan de vacunación y de reactivación en las ciudades, y se evite al máximo los cierres parciales o totales como mecanismo para afrontar los picos de la pandemia.

En el mediano y largo plazo, la consultora dice que es clave que se diseñen esquemas especiales para reducir la pobreza en las mujeres y en los jóvenes, que han sido de los más afectados por la crisis. Asimismo, argumenta que es clave que se “acelere la implementación de los PDET. Llevamos varios meses sosteniendo que esa es la mejor herramienta de la que hoy dispone el país porque combina una agenda de reducción de pobreza, cierre de brechas en provisión de bienes públicos y crecimiento”.

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La realidad en las ciudades

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CRÉDITOS

Fecha de publicación: Martes 18 de mayo de 2021.

Redacción: Rafael Quintero, Yaleni Solano, Deivis López Ortega, Andrés Carvajal, David Alejandro López Bermúdez, María Camila González Olarte, Guillermo Reinoso Rodríguez y Gabriel Nicolás González.

Diseño digital: Claudia Cuadrado León, Sebastián Forero.

Programación: Giovany Ariza, Carlos Bustos.

Fotografía de apertura: César Melgarejo.

Otras fotografías: Vanexa Romero, César Melgarejo, Jaiver Nieto, Héctor Fabio Zamora, reporteros gráficos de EL TIEMPO y cortesía.

Datos: Rafael Quintero y Yaleni Solano, Unidad de Datos.

Producción de audio: Carlos Solano.

Editor Reportajes Multimedia: José Alberto Mojica Patiño.

Periodista Reportajes Multimedia: David Alejandro López Bermúdez.

Editor gráfico: Beiman Pinilla.

Editor de fotografía: Jaime García.

Editor Mesa Central: Jhon Torres.