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Carmen, la bisabuela de 82 años que hoy se gradúa de bachiller en Itagüí

  • De la mano de Elcira, su hija menor, Carmen logró culminar su bachillerato y graduarse a los 82 años. FOTO CORTESÍA
    De la mano de Elcira, su hija menor, Carmen logró culminar su bachillerato y graduarse a los 82 años. FOTO CORTESÍA
27 de noviembre de 2020
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Nada tan popular como esa vieja frase que repetían los abuelos y nuestros padres para animarnos a seguir cuando sentíamos que no seríamos capaces de lograr nuestras metas: “Nunca es tarde para aprender”. Esto lo tomó como lema Carmen Emilia Rodas Fonnegra, una bisabuela de 82 años que a los 79 se trazó la meta más impensable de su vida: graduarse como bachiller.

Y vaya que lo logró. Hoy precisamente, a las 5:00 de la tarde, esta mujer oriunda de Amalfi con tres hijos, 5 nietos y tres bisnietos recibe de manera virtual su graduación en una sencilla ceremonia en la que se conectará a Zoom para recibir la notificación de que a partir de ese momento podrá exhibir su diploma.

El certificado de estudio se lo otorga la Institución Educativa Luis Carlos Galán Sarmiento, de Itagüí, que también gradúa a otros compañeros suyos entre personas con discapacidad y adultos mayores, de los cuales ella es la de más edad, la matrona.

Carmen tiene algo de susto, emoción y mezcla de sentimientos, pero ante todo se siente feliz.

“Sobre todo me siento contenta, llegué a la meta que quería gracias a Dios y a María Santísima y es una prueba de que muchas cosas se pueden lograr sin importar la edad”, dice Carmen horas antes de recibir la graduación.

Todo empezó hace tres años, cuando su hija Elcira, en ese entonces de 48 años, decidió animarla para que cumpliera su sueño de graduarse, el cual nunca pudo cumplir en su juventud, porque habitaba en el campo, en una vereda llamada La Cruz, en donde la escuela más cercana quedaba a más de tres horas de camino y le era imposible acudir cada día a las clases.

“Yo al principio me negué, que cómo lo iba a hacer ya tan vieja, pero después me convenció y le hice caso y me matriculé”, cuenta Carmen, que habla con la misma soltura y lucidez que cualquier muchacha de 25 años.

No haber podido estudiar sino hasta tercero de primaria significó para ella una frustración con la que cargó toda su vida.

“Mi papá se llamaba Juan de la Cruz Rodas Roldán, murió cuando yo tenía 22 años, y mi mamá María de los Santos Fonnegra, que murió cuando yo tenía 33, todavía estábamos en Amalfi y ellos no pudieron darme el estudio, por lejos era muy difícil”, cuenta Carmen, que con sus tres hijos (Marleny del Carmen, hoy de 57 años; Antonio José, de 55; y Elcira, hoy de 51) se vino para Medellín hace 30 años precisamente a cumplirle a su hija sus deseos de superación.

“Elcira quería estudiar, ser alguien en la vida y yo sabía que en Amalfi sería muy difícil, entonces me vine con ella, mi hija mayor y mi hijo se quedaron allá, aunque después se vinieron también para Medellín, pero Antonio José no se amaña y le gusta más estar por allá”.

Una de las cosas que más la animó a reactivar sus estudios a los 79 años fueron las palabras del rector del Luis Carlos Galán: “me dijo que si no quería que me diera alzheimer estudiara, que era la mejor forma y la terapia para evitar esa enfermedad, y ahí fue que me decidí”.

En tres años, Carmen validó 4° y 5° y hasta antes de la pandemia iba en décimo. Para ella fue una frustración.

“Los primeros días de clases yo iba insegura, con miedo, sentarme en pupitres de niños me daba cosa, pero vi que había otras personas mayores y con discapacidad y me sentí más segura y tranquila y empecé a disfrutar las clases”.

Esa alegría tranquilidad se rompieron en marzo, cuando las clases presenciales quedaron interrumpidas y a ella la invadió la incertidumbre. Pero todo se arregló en abril, cuando le propusieron que siguieran las clases virtuales, que empezaron el dos de mayo.

“Yo no tenía idea de eso, de manejar computadores ni nada, pero mi hija Elcira dijo que me apoyaba y entonces los profesores nos animaron y empezamos con las virtuales”, relata Carmen, sonriente.

Para no agotar a los alumnos, los maestros, que eran tres, se turnaron para conectarse con ellos los sábados, cada uno una jornada completa.

Y de la mano de Elcira, que le ayudaba con las tareas, los talleres y con la conexión a Zoom, la bisabuela terminó las clases y este viernes tiene todo listo para la graduación.

“Será algo sencillo, la vamos a acompañar mi mamá Elcira, el bisnieto de 15 días y la bisnieta de un mes, otro primo y yo, vamos estar poquitos en el grado virtual para evitarle un posible contagio del virus, haremos una cenita y el sábado, la coordinadora de grupo quiere despedirlos y van a hacer una reunión virtual y después el resto de la familia tendremos otra cenita de celebración”, cuenta su nieta Diana López Rodas.

“Lo más difícil para mí fueron las matemáticas, porque yo sabía leer y escribir y alguito de matemáticas, ya sé escribir muy bien las palabras, sé manejar la ortografía, sumar, restar, multiplicar y dividir y de ciencias naturales, todo como cualquier bachiller”.

Asegura que no tiene ningún síntoma de alzheimer, que esa enfermedad no le va a dar y que se siente con una excelente memoria, como lo demuestra en las respuestas que da para esta entrevista.

Carmen dice que no va a estudiar más, porque “ya cumplí mi sueño, pero no tengo esperanzas de una profesión, de joven nunca soñé con ser nada ni doctora ni nada porque sabía que para qué iba a soñar con eso; ya las carreras es para dejárselas a los jóvenes, yo estoy feliz con mi bachillerato”, puntualiza Carmen, la bisabuela que en plena pandemia aprendió a conectarse a Zoom, manejar WhatsApp y, sobre todo, que para estudiar no hay edad, porque solo envejece la cédula, el espíritu y la mente se mantienen tan jóvenes y fuertes como lo quiera cada persona.

Ella lo logró y hoy es uno de los días más felices de su vida. Hay fiesta en su casa y en su corazón.

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