“A los 42 años me dije: ‘Terminó la adolescencia’. Era tiempo de dejar el pasado y tomar el futuro como objetivo”, dice a los 58La Tigra está hipnotizada. Sobre el regazo del amo, se esfuerza por seguir atenta cada movimiento como si fuera un radar felino, pero los párpados le juegan en contra; sucumben al roce de esos dedos envueltos en anillos de plata que le resbalan sobre el lomo.
“La facultad para mí tenía que ver con una cierta estabilidad prometida, en una familia de clase media”, piensa ahora, reclinado en la silla donde La Tigra practica equilibrio sobre sus muslos. “Mis viejos se habían roto el lomo trabajando, a mí me tocaba ser el universitario.Yo podía ir a la facultad; era bueno, entendía y resolvía con facilidad. Y me gustaba, además.
el Richard niño de escuela primaria dio vuelta la página que, inadvertidamente, le iba a cambiar la vida. El Richard que salió de la Argentina no volvió más. El que entró a Ezeiza dos meses después llegó desde el futuro.Ignacio Colo“Freak, freak” , en inglés significa algo como ‘bicho raro’ y en su versión fonética es apócope de ‘Fricción’. Unos impúdicamente jóvenes
En transición de un gusto post-punk hacia la new-wave, en su walkman sonaban Joy Division, Marc Bolan, The Police, Roxy Music, Television, The Cure. Fiesta, sí. Pero también, sustento estético e intelectual. “Veníamos de la música disco, que para mí era el enemigo. Yo era gente seria, me gustaban las canciones para entender, no para bailar –se ríe–. Después aflojé; lo bailable estaba bueno siempre que las letras tuvieran algo, fueran complejas.
En cada emisión, después del ‘Bloque Bowie’ –cómo no–, suenan siempre los mismos dos artistas, en el siguiente orden:
UN EMBOLE COMO SOLISTA TE DORMIS. VOLVE CON LOS DELFINES PANCHO.
Excelente nota. Una vez más lo hizo V.A
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