Es el Vélez de Heinze

Lo dicen todos. De Menotti a Bilardo y de Guardiola a Mourinho. Más allá del lógico objetivo de jugar para ganar títulos, la premisa en común de los entrenadores es que los equipos que dirigen sean un fiel reflejo de su idea futbolística. Gustos al margen, Gabriel Heinze puede considerarse un privilegiado. Este Vélez ya incorporó su impronta, su identidad y su estilo con sus virtudes y defectos. Como también el River de Gallardo, el Boca de Alfaro o el Banfield de Falcioni, por citar otros casos emblemáticos del fútbol argentino actual. La impresión que da este Vélez es que si entrara a la cancha y jugara con otra camiseta igualmente se podría identificar que es un conjunto dirigido por el Gringo. Lo que se dice un equipo de autor.

En los últimos partidos de esta Superliga, en especial en el 0-1 frente a Defensa y Justicia y en el 2-0 ante Independiente más que en el 2-1 ante River, se observaron aspectos de juego reconocibles de la idea de Heinze. Un sistema de salida desde el fondo muy posicional, con los centrales conduciendo para atraer rivales y liberar compañeros, un 5 apto para tocar de primera y evitar el anticipo del contrario, laterales altos para arrastrar marcas y dar amplitud, interiores listos para tocar y efectuar desmarques de ruptura en busca de atacar los espacios (clave en este equipo), extremos fijando y falso 9 flotando sin ser referencia de marca para los centrales rivales. En esas acciones para avanzar en el campo se observa la influencia que tuvo Heinze de parte de Luis Enrique, quien lo dirigió en la Roma, y del Tata Martino, su DT cuando regresó a Newell’s. Con ambos jugaba 4-3-3, un dibujo prácticamente inalterable en su estadía en Liniers.

El sello de Bielsa, el otro técnico que lo marcó en su carrera de futbolista, se aprecia en la intensidad, en la dinámica y en el alto ritmo de juego que impone, sobre todo en los primeros tiempos (Vélez está 2° en esa tabla). Porque otro rasgo que distingue al equipo es cómo su rendimiento decae en el complemento (en los últimos puestos de dicha tabla), cuando tanta energía descargada trae como consecuencia un desgaste que un plantel tan joven no sabe dosificar, algo que advirtió Gallardo y que generó polémica. El aporte de Gago es clave para la posesión (Vélez está cuarto en ese rubro con un promedio de 56,3% de tenencia por partido) y para el equilibrio: el 5 maneja muy bien los ritmos y le da pausa a un equipo que tiene en la aceleración una característica indeleble.

Ese 4-3-3 algo rígido genera que un pichón de crack como Thiago Almada se posicione como extremo izquierdo, a pierna cambiada, para desde ahí encarar hacia adentro y desequilibrar como en el gol a Independiente. Quizá, por sus características naturales, Almada rendiría más detrás del 9 o incluso de falso 9 en un equipo donde contar con una referencia de área no es indispensable.

Aun con ciertos baches, con partidos en donde su ataque posicional no logra transformar tanto dominio en acciones concretas de peligro (apenas tiene un promedio de diez remates por partido), este equipo posee un estilo muy definido. Sí, es el Vélez de Heinze.