SOCIEDAD
Efemérides

Cómo la fiebre amarilla cambió la fisonomía de la ciudad de Buenos Aires

La “peste de vómito negro” sacudió a la capital argentina hace 151 años.

Fiebre amarilla en Buenos Aires.
Fiebre amarilla en Buenos Aires. | CEDOC

El 27 de enero de 1871 se considera oficialmente como el día de inicio de la epidemia de fiebre amarilla, que costó la vida del 8% de los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires y provocó una migración interna hacia la zonas norte y oeste del conurbano.

Ya se sabía de un brote de la enfermedad en Río de Janeiro y en Asunción, ciudad que estaba diezmada por la derrota en la guerra de la Triple Alianza. En años anteriores ya habían habido contagios en Montevideo, Recife, México e incluso Buenos Aires, pero todos de poca magnitud.

Los primeros casos se detectaron en un conventillo del barrio de San Telmo, el hacinamiento era habitual en los barrios bajos, además las carretas tiradas por caballos hacían que las condiciones higiénicas y sanitarias de la ciudad sean muy deficitarias. En un principio, se creyó que la propagación de la enfermedad se debía a la mala calidad del aire y a las condiciones climáticas.

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Las condiciones higiénicas y sanitarias de la ciudad de Buenos Aires eran muy deficitarias 

Por ese entonces la ciudad contaba con sólo dos hospitales, el “Hospital General de Hombres” y el “Hospital General de Mujeres”. También contaba con un “Hospicio de Inválidos” para los sobrevivientes de la guerra del Paraguay. El sistema era deficitario y los hospitales sólo contaban con salas generales y muy poco personal médico.

Los primeros casos aparecieron el 2 de enero 1871, pero se estableció como fecha de inicio el 27 de enero cuando el Consejo de Higiene Pública dio el anuncio oficial. Para ese entonces los casos continuaban en aumento y la prensa solicitaba medidas más drásticas. Las familias más pudientes se mudaron a la zona norte de la ciudad o a las quintas en las zonas de San Isidro y Vicente López. Los más humildes migraron hacia terrenos más alejados en el oeste de la provincia de Buenos Aires.

A mediados de abril se llegó al record de 100 muertos diarios, colapsaron los sistemas sanitarios y los cementerios, se decretó la cuarentena y se paralizó la actividad pública y el tránsito interprovincial. Las calles de la ciudad y de varias provincias quedaron desiertas. Los cadáveres ya se apilaban y los cementerios colapsaron, el personal municipal era poco, estaba agotado y también estaba muriendo. Se dispuso la utilización de terrenos municipales en la zona de oeste (actual cementerio de la Chacarita) y se creó un tranvía fúnebre para llevar hasta allí los cadáveres del centro y sur de la ciudad.

Colapsaron los cementerios y see creó un tranvía fúnebre

Los sanitaristas estaban desorientados, se creía que la enfermedad se propagaba por los pozos negros, hasta que empezaron a haber víctimas en los barrios alejados de la ciudad. Se decidió crear una “Comisión Popular de Salud Pública” que se dedicó a expulsar a las personas que vivían en lugares afectados por la enfermedad y quemar sus pertenencias.

A mediados de mayo, con la llegada de los primeros fríos, los números de muertos diarios comenzaron a bajar paulatinamente. Hasta que en junio ya no se registró ningún caso. Se estima que sólo en la ciudad de Buenos Aires hubieron 20.000 muertos en 3 meses.

A partir de la epidemia se dispuso el alejamiento de curtiembres y mataderos, la creación de organismos oficiales que velaran por la limpieza, la salubridad de las aguas y el saneamiento y se empezó a considerar a la salud como un problema social.

Hoy sabemos que la enfermedad es transmitida por el mosquito Aedes Aegypti, que también transmite el Dengue, el Zika y el Chikungunya.