El consumo masivo acumula seis meses consecutivos de crecimiento. El mejor registro en esa trayectoria se produjo en diciembre, con una expansión del 6,5 por ciento interanual. El dato fue publicado esta semana por la consultora especializada Scentia, que mide las ventas de alimentos, bebidas, artículos de tocador y limpieza, productos que forman parte de la canasta básica. El comercio mayorista y minorista se encuentra 5,4 por ciento por arriba del nivel de 2019, señaló a su vez la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE). 

Son indicadores de una recuperación firme de la economía, que enlazan con el boom turístico a nivel nacional, los mayores despachos de cemento de los últimos cuatro años, las exportaciones más altas desde 2012, el aumento de 23 por ciento de la inversión privada, la expansión de 15 por ciento en la industria, la mayor producción de gas en trece años y la de petróleo en nueve. 

El último año de expansión del consumo masivo había sido 2015, cuando se alcanzó el máximo histórico. Después hubo caídas en los cuatro años de gobierno de Mauricio Macri y en los dos de la pandemia. Por lejos los peores registros en las compras populares de artículos esenciales se dieron cuando se aplicó el plan económico de Juntos por el Cambio.

La caída del consumo con el gobierno de Macri

En 2016, con Alfonso Prat Gay como ministro de Hacienda y Finanzas y Federico Sturzenegger como presidente del Banco Central, el consumo masivo se derrumbó 4,5 por ciento. El golpe se sintió más fuerte porque en 2015 se había tocado un pico de demanda, tras crecer 2,5 por ciento.

En 2017, con Nicolás Dujovne como nuevo ministro, el consumo masivo bajó 3,1 por ciento.

En 2018, con Luis Caputo en el Banco Central, la demanda volvió a caer, 1,1 por ciento.

Y en 2019, con Hernán Lacunza en Hacienda y Guido Sandleris en el BCRA, el consumo masivo se hundió 7,3 por ciento.

La recuperación del consumo desde julio

En 2020, a pesar de la pandemia, con IFE, ATP, Repro, bonos y demás instrumentos para compensar ingresos, el consumo masivo retrocedió solo 0,1 por ciento. El boom de compras iniciales de alimentos y demás productos cuando estalló la pandemia también explica el resultado. 

Esa expansión tan fuerte del consumo en el primer semestre de 2020 tuvo como contrapartida una caída también importante en la primera mitad de 2021 por la alta base de comparación, por lo que el balance anual en este caso terminó con una baja de 2,1 por ciento. Sin embargo, desde julio el consumo masivo se mantiene en crecimiento. La proyección de Scentia es que este año volverá a mostrar números al alza, de entre 1 y 2 por ciento.

Esa evolución positiva también es resultado de la política económica, que busca mantener el salario mínimo por arriba de la inflación, lo mismo que las jubilaciones, así como impulsa las paritarias y ofrece incentivos para la creación de empleo. 

Por supuesto que después de tantos años con pérdidas, la situación para los sectores de ingresos fijos, las mayorías populares, los desocupados y trabajadores precarizados sigue siendo muy difícil, mucho más con el índice de precios en torno al 50 por ciento. Pero el rumbo de la acción de gobierno busca resolver esos problemas y no agravarlos, por ejemplo con tarifazos, ajuste del gasto público y quita de derechos laborales, como plantea la principal fuerza de oposición.

Los éxitos de la política económica

Juntos por el Cambio y los medios que lo acompañan buscan instalar la idea de que el gobierno de Alberto Fernández no tiene plan. Que todo lo que hace es improvisación y populismo, que el país va a la deriva. Sin embargo, los indicadores mencionados al comienzo y otros que siguen a continuación desmienten esa descripción y ratifican la acumulación de éxitos por las políticas implementadas, en un escenario internacional, económico y sanitario, que plantea enormes desafíos: 

  • La construcción creció 34,2 por ciento hasta noviembre de 2021. Las ventas de cemento fueron las mayores en cuatro años.
  • La demanda de luz, gas y agua es 4,9 por ciento mayor a la de 2019.
  • El nivel de empleo es 0,7 por ciento superior al de 2019, con 88 mil puestos más que en aquel año.
  • El déficit fiscal primario se redujo a 3 por ciento del PIB, desde el 6,4 de 2020.
  • El dólar aumentó menos que la inflación en 2020 y 2021.

El plan económico de Juntos por el Cambio, de perfil agroexportador y liberalización financiera, generó un descalabro histórico, con tres de cuatro años en caída y un nivel de endeudamiento en dólares, en moneda dura, que resulta un condicionante fabuloso por generaciones. Pero sobre todo, haber traído al FMI de nuevo a la Argentina es como haber ido a comprar el Caballo de Troya, para dejar a los guerreros del ajuste batallando desde adentro.

La demora en la reestructuración de la deuda con el Fondo Monetario se convirtió, en palabras de Martín Guzmán, en el principal obstáculo para el crecimiento económico. La estrategia de negociación del Gobierno no logró los resultados esperados y a medida que se acerca marzo, cuando hay que afrontar un vencimiento por 2900 millones de dólares, imposible para las arcas del Banco Central, la incertidumbre financiera, la especulación y la cobertura van en aumento.

De ese modo, se produce un choque entre el comportamiento de la economía real, con avances importantes y buenas perspectivas, y las variables financieras y la brecha cambiaria, que no paran de agravarse. Hasta que no se resuelva el problema con el organismo, sin doblegarse a un ajuste que conspire contra la recuperación, la pelicula del verano seguirá siendo la misma, con indicadores record, pero con el Fondo Monetario.