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Pipa, vos fumá

Pipa, vos fumá

Boca mostró que tiene variantes para acompañar a Benedetto: un plantel que activa la competencia interna y que está para dar pelea. Los chicos se hacen grandes y esta vez lo sufrió la U de Chile.

No hay conclusiones definitivas que provengan de un amistoso de verano. Sería arriesgado tomar como verdades irrefutables hechos que ocurren en 90 minutos donde la presión -si bien existe por la camiseta- ocupa un lugar secundario. Sin embargo, a la hora de revisar los apuntes, Sebastián Battaglia tiene unas cuantas razones para sentirse confiado, tranquilo e ilusionado. Boca tiene plantel. Ahora, a él le toca convertir toda esa materia prima en un equipo. Seguramente, sentirá internamente el orgullo de ver cómo crecen esos pibes a los que supo dirigir en Reserva, y que esta vez, contra un rival internacional como los que perfectamente pueden tocar en la Libertadores, sacaron el partido adelante, lo levantaron, lo dieron vuelta y lo ganaron. 

El Changuito Zeballos se lleva los flashes porque tiene el pie caliente y porque es uno de esos atorrantes que la hinchada ama desde el primer momento. Por la desfachatez, por las bicicletas, por el look atrevido y fundamentalmente porque hace goles y los hace hacer (la gente no come vidrio). Pero así como el santiagueño aportó gol y asistencia, Molinas estuvo presente en el segundo y el tercero, Medina metió el primer empate y Vázquez, el gol del triunfo, como para demostrar que el 38 de su camiseta siempre está cargado. Así que el Pipa Benedetto, que en la noche platense disfrutó el partido como un hincha más y que en la conferencia de presentación asumió la responsabilidad de ir por la Sépitma, puede quedarse tranquilo: va a tener compañía. Jerarquía que llega del shopping de este mercado pero también criada desde bien abajo. En distintos momentos del partido, Boca puso ocho jugadores surgidos de las Inferiores del club.

Boca (Fotobaires)

También habrá notado Battaglia que podrá insistir con el 4-3-3 pero que el equipo se siente más cómodo con el 4-3-1-2. Sin obviar que en ese tramo final -en el que cambió el parado inicial- la U de Chile estaba con uno menos, es notorio como Molinas juega más seguro y más suelto cuando no tiene que ocuparse de responsabilidades defensivas y puede dedicarse a lo que más le gusta y mejor le sale, que es hacer jugar a sus compañeros. Suya es, por caso, la asistencia perfecta para Vázquez en el 3-2, y suyos son esos triángulos desbordantes de pases en un costado y otro de la cancha, cuando llamó a todos a comprometerse con la tenencia y a abrir espacios a partir de ese toqueteo. Es mucho mejor jugar para Boca que para Deportivo Villa, asumiendo además que el colombiano no logra hacer las diferencias de otros tiempos.

Lo negativo pasa por la lesión de Almendra (mal aspectado, entre la reprimenda que le valió un partido afuera y esta salida inesperada que preocupa) y la escasa solidez defensiva que mostró el equipo, sobre todo a partir de un apellido que se repite en las fallas: Zambrano. Boca tiene suspendidos a Izquierdoz y Rojo para el inicio de la Copa y si el peruano es titular, va a sufrir: compromete a sus compañeros (García lo sufrió) y no resuelve. Tarea para el hogar para el técnico y un toque de alerta para la dirigencia, con el mercado aún abierto. Es tiempo de festejar mesuradamente y de tener los ojos bien abiertos. Los campeonatos -o las copas- empiezan a ganarse en el libro de pases.

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