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El show de Boca

El show de Boca

El equipo de Battaglia le ganó con dos golazos a Colo Colo en su estreno 2022 y la gente dio un espectáculo bajo la lluvia. Nada mal para empezar...

Hay tres imágenes maravillosas de esta primera noche bostera de 2022: el golazo brasileño del Pulpo González, el tiro libre riquelmeano del Changuito Zeballos y la postal de la gente ahogándose de amor por Boca en el medio de tanta lluvia. Son tres fotos, tres momentos que quedan en las retinas, tres pedacitos de una película que presentó el primer Boca genuino de Battaglia. Y ojo, no es genuino porque los otros fueran falsos, apócrifos, pero sí incompletos. Este equipo, en cambio, ya tuvo su pretemporada con el técnico como para ensayar en serio y con algo más de tiempo las ideas sueltas que fueron prendiendo durante el año pasado.

Era particularmente atractivo el partido por varias razones. Para ver a algunos jugadores, para evaluar cómo funcionaban determinadas apuestas y porque -aunque amistoso- era un encuentro internacional contra un rival calificado como los que se enfrentarán en un par de meses cuando Boca dé los primeros pasos de esa obsesión anual que se llama Libertadores. En los primeros dos minutos de partido, la gente se lo recordó a los jugadores con el canto de siempre.

¿Qué conclusiones deja este debut? Que el Boca más parecido a lo que Battaglia piensa del fútbol es el equipo del final mucho más que el del principio. ¿Por qué no jugó así de entrada? Porque ser el técnico de Boca implica derechos y obligaciones. Y un plantel con estos nombres y su historia se imponen por peso propio. Sin embargo, Molinas y Zeballos jugaron mucho mejor que Villa y que Salvio. Sobre todo porque con ellos Boca jugó a otra cosa. Sucede algo extraño con Molinas: tal vez su nombre no aparezca directamente ligado a goles ni asistencias, pero no bien pone un pie en la cancha, el equipo empieza a girar a su alrededor, se junta con toques cortos, muestra cierta armonía. La presencia de dos wines, en cambio, hace sucumbir a todos a la tentación de tirarla larga y resolver en el uno contra uno en lugar de apostar al juego asociado como receta lógica. Los wines taparon además la trepada de los laterales -creció Fabra con el toqueteo propuesto por Molinas- y el equipo quedó partido, sin control del juego.

En lo individual, queda claro que Orsini es mucho menos 9 que Vázquez -en cuanto a la función- y quedará condenado en breve a ser el tercer centrodelantero del plantel detrás de Benedetto y del pibe. Fue bueno lo de Ávila en este reestreno: mostró firmeza en los cruces, velocidad y lectura para anticipar, buen pase entre líneas (¡qué gol se comió Orsini!) y cierta tendencia a la desmesura cuando sale a cortar -y deja su marca- en la pierna ajena. Para el hincha de Boca, puras virtudes. El partido dejó, también, un llamado de atención a las ínfulas de Almendra cristalizadas en el gol del Pulpo: el equipo está por encima de cada uno de los nombres. Hubo un buen partido de Advíncula, cada vez más firme y, aunque a Rossi se lo mire con ojos catalanes, sigue siendo el Rossi de siempre.

Seguramente, la vuelta de la cancha fue entre risas, cantando, con una mueca de sonrisa imposible de ocultar. Es lo que transmitió Boca en esta horita y media de show. Un comienzo con algunas señales que sostienen la realidad y la ilusión.

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