Canarias: el volcán dio tregua por unas horas pero la erupción no terminó

A más de una semana de erupción sin pausa, el volcán de Cumbre Vieja, en la isla canaria de La Palma, se tomó este lunes un respiro por unas horas. Dejó de escupir lava, gases y roca incandescente y los vecinos, por un rato, no lo escucharon rugir.

Pero cuando en las Canarias daba el mediodía -una hora menos que en la España peninsular-, la erupción, que ya devoró casi 560 casas y obstruyó siete rutas de la isla, retomó lo que viene haciendo desde el domingo 19 de septiembre: inundar La Palma de lava.

Las lenguas de material volcánico, que arde a más de mil grados de temperatura, afectan ya a unas 325 hectáreas de la isla. Y más de 6.000 vecinos siguen evacuados.

Durante el fin de semana se derrumbó la torre de la iglesia de Todoque, ésa que los vecinos ayudaron a levantar y que los bomberos trataron de preservar hasta el último minuto en sus intentos por desviar el avance de la lava hacia un barranco.

Se teme ahora por el cementerio, amenazado por la colada volcánica en su ruta hacia el Atlántico.

"No estamos ante el fin de la erupción"

“Lo que estamos viviendo es una disminución temporal de la actividad. Estos procesos son normales”, explica a Clarín la geóloga María Rosa Mateos Ruiz, del Area Riesgos Geológicos del Instituto Geológico y Minero de España.

“La actividad sísmica y el tremor volcánico han cesado por un tiempo pero es algo absolutamente puntual. Estos episodios no implican en absoluto que estemos ante el fin de la erupción”, subraya la científica, que es especialista en riesgos geológicos y movimientos del terreno.

Respecto de cómo puede afectar a La Palma el contacto de la lava con el agua de mar, la geóloga considera que se trata de “un momento muy peligroso por el choque térmico entre la colada de lava, que llega a más de 1.300 grados centígrados, y el agua del mar, que está a 20 grados”, dice.

“Ese choque térmico se traduce en numerosos penachos de vapor de agua cargados de ácido clorhídrico. Esos penachos volcánicos son peligrosos, pero será una proceso muy localizado en la zona costera y en su entorno”, agrega.

En los últimos días, la erupción del Cumbre Vieja provocó desprendimientos de terreno. “Todas las erupciones volcánicas son peligrosas y tienen una serie de efectos colaterales. Algunos de estos efectos colaterales son los desprendimientos y deslizamientos de tierras. Es absolutamente normal”, dice Mateos Ruiz.

“Las islas Canarias son muy abruptas, con unos relieves muy vertiginosos, donde las laderas tienen mucha pendiente. Afortunadamente el desprendimiento de rocas de ayer tuvo lugar en un acantilado de la costa y no causó ningún daño. Las rocas cayeron al mar en una zona donde no había edificaciones” aclara.

¿Un tsunami?

¿Hay riesgo de que esos desprendimientos lleguen a provocar otros efectos adversos?

“Si hay desprendimientos, serán localizados. Hay un trabajo que se publicó hace 20 años donde un par de científicos ingleses decían que, ante una erupción, la mitad de la isla de La Palma podría desprenderse y generar un tsunami que podría hasta alcanzar las cosas de Estados Unidos. Este trabajo está totalmente desmentido desde hace años”, aclara Mateos Ruiz.

La científica desestima que la interrupción de la actividad volcánica que la isla vivió este lunes sea una señal de que La Palma inicia su regreso a la normalidad: “Desde luego no se da la erupción por terminada”, asegura.

Para que eso suceda, deberían pasar meses. “Meses en los que no haya ningún registro sísmico, ningún registro de deformación, ninguna emisión de gases”, enumera. Para que La Palma esté en esa situación, por ahora, falta.

Madrid, corresponsal

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