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Hay que creer

River jugó con seriedad y mereció ganar, pero no la pudo meter. Igual, el empate sirve en este duro grupo de Copa Libertadores.

River

La grandeza de River está demostrada en todas las canchas, por la postura propia y también por la de los rivales. La grandeza es un sello que tiene este River de Marcelo Gallardo y que no se resigna a ese valor sublime incluso en noches en las que el equipo está medio remendado y podría tener la excusa perfecta para achicar las ambiciones.

Pues no. No con el Muñeco. El Millonario prepara un plantel para jugar de la misma manera siempre, al menos con esa intención. Noches de Copa Libertadores como ésta, ratifican la idea que muchas veces sostienen los entrenadores pero que casi nunca se cumple: entran 11 pero todos somos importantes. Este River, con varios que no son habitualmente titulares, demostró que la esencia es la misma, la búsqueda es la misma, la postura es la misma y, por supuesto, pueden ser diferentes las jerarquías, los movimientos de memoria, la falta de costumbre y conocimiento con los compañeros, esos pequeños detalles que hacen al brillo del funcionamiento.

Puede sonar exagerado pero es así. Hay que valorar este tipo de actuaciones. Incluso el rival, cuidándose en exceso, tomando precauciones, tratando de ponerle paños fríos al partido, bajándole el ritmo, rechazando el ida y vuelta para que la cosa no se saliera del control... Eso es respeto, un respeto merecido y ganado pero que también muchas veces hace más difícil la faena.

River mereció ganar. La jugada más clara la tuvo en el pie izquierdo de Rollheiser, luego de una pelota que le bajó como pivote Girotti. El zurdo juega bien, encara, cubre bien la pelota, tiene buena visión y pegada, tuvo un partido correcto pero seguramente le quedará bastante tiempo en la cabeza esa jugada en la que le dio al palo. Son jugadas que muchas veces marcan, porque ese gol abría un campo de posibilidades especialmente para la confianza propia del chico y también del equipo. No pasa nada, Benja. Hay que seguir.

INDEPENDIENTE SANTA FE RIVER PALO ROLHEISER

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INDEPENDIENTE SANTA FE RIVER PALO ROLHEISER

Carrascal y Paradela mostraron su talento y también sus intermitencias. Girotti peleó como un león y tuvo las suyas. La defensa tuvo una actuación correcta, sin lucir en esta oportunidad los laterales, especialmente contenido Montiel. Se notó un Rojas que tomó nota y va más decidido a las divididas. Martínez es una grata confirmación partido a partido, porque se muestra firme, serio y con buena salida.

Cuando los intentos para llegar al gol se sucedían y parecía que caía de maduro por tanto merecimiento, pasó lo que suele pasarnos: una contra nos pudo quitar todo. Por suerte, Armani volvió a aparecer. Tuvo paciencia para esperar, achicar, seguir esperando y ganarle el duelo mental al rival. Tapó un mano a mano épico. Bien Casco en la cobertura, al no regalarle el pase al medio al delantero que venía con pelota dominada. Fue una manera de decirle, dale, venís con la pelota 50 metros, solo contra el arquero, hacelo vos.

INDEPENDIENTE SANTA FE RIVER DELGADO TAPA ARMANI

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INDEPENDIENTE SANTA FE RIVER DELGADO TAPA ARMANI

El destacado del partido queda para el final. Leo Ponzio. Hay que jugar los 90 a su edad habiendo participado tan poco en el último tiempo. Sencillamente conmovedor. Presencia, oficio, voz de mando, orden, criterio. Sólo un error, una pelota corta a Armani, y muchos aciertos. Un ejemplo de compromiso, a esta altura de su carrera, para ponerse la cinta de capitán a la hora de jugar en el equipo alternativo y hacerlo con la misma ilusión de un pibe que tiene ganas de mostrarse. Es un ejemplo, es un espejo en el que los jóvenes deben mirarse, es un símbolo de la cultura River que baja el Muñeco y se continúa en Ponzio.

Tendríamos que haber ganado pero el empate no está tan mal. Es un grupo duro, difícil, y la victoria hubiera venido bien. Pero hay que valorar el esfuerzo del equipo y la voluntad de la búsqueda. Hay que creer, hay que confiar pero no nosotros los de afuera, sino ellos mismos, los de adentro. Cuando vas, vas, vas y te volvés sin conseguir el gol, empieza a doler la cabeza. Duelen los recuerdos de otros partidos con ocasiones perdidas luego lamentadas en el arco propio. La mejor receta sigue siendo la del Muñeco... Una buena torta de dulce de leche y a seguir intentando.

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