Por Paula Sabatés

Es la presidenta de uno de los gremios más antiguos y castigados del país, por la pandemia pero también previo a ella. Con todo lo que eso significa, Alejandra Darín va por su tercer mandato al frente de la Asociación Argentina de Actores (AAA), lo que equivale a casi una década enfrentando el lobby empresario, la falta de políticas culturales claras para su sector y el permanente ataque mediático. Hace unas semanas, varios medios la enfrentaron a un sector de sus compañeros en torno a la discusión sobre si la actuación es una actividad esencial o no. Ante el pedido de un grupo de “flexibilizar”, ella opinó que lo correcto era cumplir con las disposiciones gubernamentales en torno al aislamiento social obligatorio. En las últimas horas, su hermano Ricardo la apoyó en esta opinión.

En diálogo con Página/12, la actriz grafica la complejidad de su actividad, a la que define como “absolutamente social y colectiva”, y reconoce que no sólo en la Argentina, sino en todo el mundo, está en la lista de las últimas cosas que retornarán a la “normalidad”. “Lo complejo es que no podemos saber de cuánto tiempo estamos hablando. Porque si fuera un mes bueno, es un garrón, pero ya podés armarte en función de esos. Si fueran tres o cinco, lo mismo. Pero ni siquiera sabemos eso”, desliza la dirigente gremial, que desde que comenzó la cuarentena articula acciones y medidas con distintos organismos gubernamentalmente, entre ellos los ministerios de cultura de Nación y Ciudad.

Respecto a las críticas o demandas hacia la organización que encabeza, Darín señala que el suyo es “un sindicato que defiende los derechos laborales de los trabajadores y trabajadoras, entre los cuales está el derecho a la salud”. Y recuerda: “Para nosotros la situación de crisis no empezó con la pandemia. Somos históricamente un gremio con una altísima tasa de desocupación y en los últimos cuatro años se redujo nuestro trabajo un 52 por ciento”.

-¿Cómo tomaste las críticas que se hicieron al sindicato desde que se decretó la cuarentena?

-Creo que como sociedad hemos perdido la confianza. Nosotros somos dirigentes elegidos, y los actores y actrices tienen que confiar en que estamos trabajando activamente por la realidad que estamos atravesando. Estamos gestionando con todos los organismos con los que tenemos relación, haciendo todas las reuniones que podemos con todos los sectores. Venimos trabajando en el reparto de bolsones de comida para nuestros compañeros más necesitados y también están haciendo lo mismo otros compañeros a los que hay que reconocerles esa tarea, porque nadie se salva solo. A la vez, estamos pensando estrategias para las herramientas digitales que por suerte tenemos y que son nuevas para todos porque a todos nos cambió la vida. Obviamente nada termina de darle solución al problema histórico que tenemos en nuestra actividad, pero sabiendo eso tratamos de ser honestos, prácticos y sencillos y trabajar para conseguir algunas cosas.

-¿Cuál es ese problema histórico?

-Es un gremio que ha tenido un alto porcentaje de desocupación desde siempre. Es muy paradójico que siendo uno de los sindicatos más antiguos del país tengamos Ley del Actor desde hace sólo cinco años. Quiere decir que durante 95 años los empresarios no hicieron los aportes que hacen los empresarios de cualquier otro rubro y eso es muy difícil. No hay políticas culturales que respalden el audiovisual en televisión. Hay otras políticas culturales, pero no para esa actividad. El hecho de no tener por ley un porcentaje de ficción nacional en la pantalla de aire lo demuestra. ¿A quién se le ocurre que podés tener catorce mil novelas turcas y ni una sola hecha por actores y técnicos argentinos?

-Cuando se discutió la ley de medios surgió esa discusión…

-Sí, y en su momento se puso la obligatoriedad de “producción” nacional. Pero por intereses de todo tipo no se puso la palabra clave, que es “ficción”. Esa es la forma de proteger la industria audiovisual, no hay otra. No pedimos una sola ley sino un conjunto de normas. Si las empresas productoras necesitan material tecnológico nuevo para producir ficción, también nos parece que debería haber una ley que haga que no tengan que pagar tantos impuestos para traerlas. Pero no puede ser que no haya ningún tipo de concesiones.

-En este momento, ¿el conflicto más grande es con la productora Polka?

-Es la única empresa de todas las ramas que debe salarios durante la pandemia, además de los aportes patronales a nuestra obra social. No pagaron la segunda quincena de marzo, el mes de abril ni la primera quincena de mayo. Hay otras empresas que no le llegan ni a la punta del zapato a Clarín, que es el accionista principal, y sí pagaron. El tema no es la plata, es que le quieren torcer el brazo al gobierno. Quieren pagar lo que deben en seis cuotas hasta diciembre y rescindir contratos. Nosotros no vamos a negociar eso, nunca nos van a encontrar yendo en contra de nuestros compañeros. No pueden dejar de pagar lo que deben y no pueden tampoco dejar de pagar el contrato completo.

-En cuanto al teatro, ya lograron que el Teatro Nacional Cervantes le pagara por su trabajo a los actores y actrices que aparecen en las obras filmadas. ¿Con el Complejo Teatral de Buenos Aires se conversó al respecto?

-Sí, y ahora va a pasar también en el Teatro San Martín. Tenemos diez obras en el Complejo Teatral y es importante que paguen. No es la solución, repito, pero es un pasito. Nos tenemos que poner muy creativos para afrontar esta situación.

-¿En qué otras cosas se está pensando? Algunos actores proponían algún tipo de seguro de desempleo, pero desde el sindicato se desestimó. ¿Por qué?

-Algunas cosas están por llegar, pero creo que es responsable anunciarlas cuando están concretadas, para no generar falsas expectativas. Por lo del seguro de desempleo, que por otra parte es algo que ya existe y se puede solicitar personalmente en igualdad de condiciones con cualquier otro ciudadano, creo que este momento no es el apropiado para gestionarlo en forma diferenciada. Hay que buscar la viabilidad de las propuestas para hacerlas efectivas. Estamos hablando de un padrón de más de 10 mil actores y actrices, entre afiliados y no. Exigir 30 mil pesos para cada uno es una cifra que choca con las necesidades básicas que a muchos sectores de nuestra sociedad todavía no les llegan. Sí hay que seguir pensando en medidas de protección y fomento de nuestro trabajo en todas las ramas incluyendo por supuesto al teatro independiente. Lo de la tele, por ejemplo, es emblemático. Escucho mucho decir que sería bueno que los canales repitieran ficciones nacionales y les paguen a los actores. No, no es que sería bueno, es algo que tienen que hacer, directamente. Es parte de la ayuda que le podrían dar a la gente que básicamente hace la televisión.