Fue una ceremonia de Viernes Santo atípica para el papa Francisco: sin fieles en la plaza San Pedro y con un mundo aislado por el coronavirus.
Debido al avance de la pandemia en Italia y todo el mundo, las actividades litúrgicas del Pontífice se vieron restringidas ya que no lavó los pies a reclusos de una prisión, como cada año.
Sin embargo, en la noche romana y a la luz de las antorchas, el jefe espiritual de 1.300 millones de católicos celebrará un Vía Crucis en formato reducido por la plaza de San Pedro del Vaticano, acordonada por la policía.
Estará acompañado por un grupo de cinco detenidos de una prisión de Padua y por un grupo de cinco médicos y enfermeros del Vaticano. Desde 1964, el Vía Crucis en presencia del papa tenía lugar con miles de fieles en torno al anfiteatro romano del Coliseo, espléndidamente iluminado.
La primera reunión eclesiástica del Viernes Santo comenzó pasadas las 13 (hora de la Argentina), mientras que la segunda continuará a las 16. Ambas pueden seguirse a través del canal oficial de YouTube del Vaticano o por las redes sociales de la santa sede.
Las medidas se tomaron ante el aislamiento obligatorio dispuesto por el gobierno italiano ante el avance del Covid-19.
"Aunque no puedan unirse a su parroquia para #SemanaSanta2020 y Pascua de este año debido a la pandemia #COVID19, vengan al corazón de la Iglesia para unirse al Santo Padre mientras nos guía a través del fin de la Cuaresma hacia la Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo", escribió el Vaticano en su cuenta oficial de Twitter.
El acto comenzó con el papa Francisco orando durante unos minutos ante el altar papal, bajo el que se cree que reposan los restos de San Pedro. Jorge Bergoglio asistió a la ceremonia vestido con paramentos rojos.
// El Papa Francisco dio una bendición mundial para pedir el fin de la pandemia
El Papa permaneció sentado en un trono frente a la escultura de San Pedro y en silencio, sin pronunciar ninguna homilía, ya que fue el predicador papal, Raniero Cantalamessa, quien la ofreció.
Cantalamessa destacó que "bastó el más pequeño elemento de la naturaleza, un virus", para que la humanidad recordara que es mortal y que "la potencia militar y la tecnología no bastan" para salvarla. Señaló que la pandemia está dejando un fruto positivo: "el sentimiento de solidaridad" entre las personas, y pidió que no se pierda una vez se supere la emergencia a nivel mundial.
"El virus no conoce fronteras. En un instante derribó todas las barreras y las distinciones: de raza, de religión, de censo, de poder. No debemos volver atrás cuando este momento haya pasado", apuntó. "No hagamos que tanto dolor, tantos muertos, tanto compromiso heroico por parte de los agentes sanitarios hayan sido en vano. Esta es la 'recesión' que más debemos temer", agregó.
"Dejemos a la generación que venga un mundo más pobre de cosas y de dinero, si es necesario, pero más rico en humanidad", concluyó.