Duro en el diagnóstico, prolijo en el discurso y sin mostrar todos los naipes. El ministro de Economía, Martín Guzmán, expuso durante poco más de una hora ante los diputados. Si bien no dio detalles sobre la estrategia de negociación con ninguno de los acreedores les advirtió a “los bonistas que se sentirán frustrados” y señaló que no aceptará ninguna negociación que no dé como resultado una posibilidad cierta de sostenibilidad de los compromisos. El bloque de Juntos por el Cambio, preso de sus propias internas, escuchó, guardó silencio y descargó su batería de lugares comunes en una conferencia de prensa que se realizó después que el titular de Economía abandonara el Palacio Legislativo.

Ante la atenta mirada de los legisladores, que en ningún momento abandonaron sus bancas, y de los principales referentes de la industria y el sindicalismo que seguían el debate desdes las galerías Guzmán aseguró que todas "las medidas están pensadas y forman parte de un plan". 

Cómo era lógico el ministro no dio detalles precisos de la negociación pero si marcó limites claros respecto de lo que está dispuesta a ceder la Argentina. Luego de detallar tres escenarios posibles y dejar en claro que en el mejor de los casos el equilibrio fiscal se alcanzará en 2022 y que recién una año más tarde Argentina podría mostrar superavit remarcó: "Para poner fin al endeudamiento recurrente tenemos que poner objetivos que podamos cumplir. Está claro que con estos números va a haber frustración por parte de los bonistas pero nos tenemos que sentar en la mesa con la realidad".

En ese marco y en referencia a las distintas especulaciones que se hacen sobre cuál será el tono que el equipo económico elegirá para llevar a cabo la parte final de la negociación, tanto con el FMI como con los tenedores privados, el funcionario sentenció: "No será ni amigable ni agresiva, será sostenible".

A lo largo de su discurso, Guzmán remarcó en varias oportunidades, para dejarlo en claro puertas adentro y puertas afuera, que no se admitirán condicionamientos ni del Fondo Monetario Internacional ni del resto de los acreedores. "Nosotros no vamos a permitir que fondos de inversión extranjeros marquen la pauta de la política macroeconómica", enfatizó el ministro en el medio de su ajustada exposición y luego, al finalizar, reiteró: "Lo que hacemos lo hacemos porque nosotros queremos. Nosotros tenemos el control. Argentina no permite que haya condicionalidades al programa económico. No tengan duda de que este equipo de gobierno defenderá los intereses del pueblo argentino".

Guzmán cumplió con el pedido de Juntos por el Cambio. Evitó las chicanas y no mencionó a ninguno de los funcionarios del gobierno que encabezó Mauricio Macri. Eso no lo privó de comenzar su informe con un crudo diagnóstico del legado cambiemita. El ministro repasó los números de pobreza, desocupación e inflación y enfatizó el crecimiento de la deuda en dólares. También embistió contra el modelo monetarista y de metas de inflación incumplida. En base a ese detalle justificó el cambio de modelo.

Más allá del diagnóstico el ministro también señaló responsables. "Esta es una crisis en la que todas las partes tienen responsabilidad: Argentina; los bonistas --que decidieron apostar cubriéndose de riesgo y cobrando tasas altas por si la cuestión iba mal--; y el FMI, que realizó el préstamo más grande de su historia, que no se utilizó en absoluto para aumentar la capacidad productiva del país, por el contrario, se utilizó para pagar deuda en una situación insostenible, y para financiar la salida de capitales”. El FMI es responsable", enfatizó.

A la hora de puntualizar la responsabilidad del gobierno anterior detalló: "El país tiene una carga de deuda insostenible. Esto es la consecuencia de un esquema económico que estuvo muy lejos de ser exitoso. Argentina accedió al mercado de crédito internacional en 2016 y vendió esta idea de la lluvia de inversiones y la realidad está a la vista: nada de esto ocurrió. Vino deuda pero nunca llegó la inversión productiva".

A lo largo de la su informe el funcionario agradeció en más de una oportunidad a Juntos por el Cambio y al resto de los bloques opositores por el apoyo en la sanción de la ley de renegociación de la sostenibilidad de la deuda externa. En ese contexto, con tono conciliador y la mirada puesta en el futuro afirmó: "Es hora de dar vuelta la página y decirle nunca más a los ciclos de endeudamiento. Hay que acabar con esto para vivir en una Argentina tranquila y con oportunidades. Nunca más a los ciclos de sobreendeudamiento. Nunca más a ciclos que destruyen oportunidades".

Antes de finalizar su informe ante los legisladores el ministro volvió a cargar sobre el FMI. "No se cumplieron los objetivos del programa con el FMI: no ayudó a estabilizar. Pero sí se cumplieron las premisas. El gobierno anterior hizo todo lo que pedía el Fondo", explicó y agregó: "Tenemos que tomar compromisos que sí se puedan cumplir, con senderos fiscales y comerciales que sí podemos cumplir. La sociedad Argentina está primero".